Los jóvenes y su participación en la política
Lo que estamos viendo todos en este momento es que los cambios dependen cada vez menos de las maquinarias políticas y están más y más vinculados a la búsqueda de nuevas dinámicas que se caracterizan por la interacción generacional.
Es hoy un hecho generalizado que la población juvenil va tomando un rol cada vez más significativo en la definición de los fenómenos transformadores que son propios de esta época. La globalización surgida luego de que se quebró el viejo esquema bipolar es el escenario más idóneo para que las energías renovadoras vayan tomando impulso. Así se percibe a cada paso. Los esquemas anquilosados están en crisis, y ese es un fenómeno expansivo que no deja de multiplicarse en un mundo donde las aperturas de todo tipo van ganando terreno en forma creciente. Y, como un signo típico de los tiempos que corren, lo que estamos viendo todos en este momento es que los cambios dependen cada vez menos de las maquinarias políticas y están más y más vinculados a la búsqueda de nuevas dinámicas que se caracterizan por la interacción generacional.
Pero no hay que perder de vista un factor que puede complicar las cosas en su desenvolvimiento, y es la frustración que se ha ido incrementando entre la ciudadanía por el deficiente manejo que las fuerzas partidarias y sus liderazgos así como los actores gubernamentales vienen haciendo de sus respectivas responsabilidades. Dicha frustración se manifiesta de diversas maneras y por distintas vías, y afecta en buena medida a los jóvenes.
El no ejercer el voto en los comicios sucesivos es una forma de manifestar descontento, e igualmente lo es el inclinarse por opciones electorales que son de ruptura más que de construcción. El hecho de que sólo 2,149 jóvenes de los 43,457 que cumplen los 18 años entre el 6 de agosto y el 2 de febrero de 2019 obtuvieran su DUI para poder ejercer el sufragio en las elecciones presidenciales, refuerza una tendencia que viene repitiéndose en forma preocupante.
La responsabilidad que ahora tienen al respecto todas las fuerzas y liderazgos nacionales se centra principalmente en hacer los reajustes y las correcciones pertinentes para que tanto la institucionalidad como el proceso puedan desenvolverse de una manera sólida, previsible y confiable. Esa sería la forma más eficaz para que la frustración ciudadana a la que hemos hecho referencia con el énfasis requerido no se convierta en decisiones que pueden ser verdaderamente devastadoras para la suerte del país, como ha pasado en otras sociedades del entorno latinoamericano.
En nuestro país las elecciones presidenciales se hallan en sus últimas vísperas, y por todas las condiciones actuales dichas elecciones están llamadas a hacer historia. El reto ciudadano, pues, hay que asumirlo en esa dimensión; y se hace imperioso hacer mucha conciencia en el ambiente sobre lo que significa elegir en las circunstancias que corren. No sólo es cuestión de figuras en competencia o de planteamientos a lo tradicional: hay que enfocar la decisión hacia el servicio real del bien común, tal como éste debe ser entendido conforme a la realidad presente, tanto del país como de sus entornos.
Es más que oportuno entonces orientar a los jóvenes para que su participación se vuelva un factor constructivo de cara al futuro de todos.
Fuente: https://goo.gl/ePfn1p