La educación en línea exige la escucha atenta para acompañar el aprendizaje de universitarios
Escuela online: Educación Superior enfrenta un reto mayúsculo: educar desde la virtualidad. Como Escuela hemos asumido el desafío a prueba y error. Ahora los esfuerzos no deben quedarse solo con la creación del material didáctico, sino en acompañar al estudiante, saberlo escuchar para orientarlo y garantizar su aprendizaje
Por Silvia Callejas, coordinadora académica de la Escuela de Ciencias de la Comunicación en Tu Espacio
Uno de los principios que menciona Larry King en su libro Cómo hablar con cualquier persona en cualquier momento y lugar, es saber escuchar a su interlocutor. No oír, sino que escuchar para extraer información que pueda ser de utilidad y que vaya en beneficio de esa persona. Esta idea básica de la comunicación enfatizada por King en su texto es compartida, también, por Mario Kaplún quien afirmaba que “la verdadera comunicación no comienza hablando sino escuchando”.
Si se traslada ese fundamento de la comunicación, el saber escuchar a sus interlocutores, al campo de la educación tendremos un factor común: para educar también hay que saber escuchar, fomentar un diálogo para conocer cómo se va desarrollando el proceso de enseñanza y aprendizaje, en el cual el docente se convierte en un acompañante, ya sea bajo una modalidad presencial o en línea.
La situación de emergencia sanitaria que vive nuestro país provocó que, desde hace dos semanas, los 82 docentes de la Escuela de Ciencias de la Comunicación (ECC) estén trabajando desde sus hogares, conectados con sus estudiantes para continuar con el desarrollo de las respectivas clases. Una acción que en primera instancia se focalizó en la reorganización de las actividades y la selección de una plataforma donde ejecutarlas, con el fin de mantener el ritmo que se había ganado durante las seis semanas previas presenciales.
Quince días después, la labor del docente ha requerido de la reflexión sobre los primeros resultados en línea, es decir, de escuchar lo que sus estudiantes opinan sobre la nueva forma de trabajo para mejorar. De esa manera, se ha logrado definir las plataformas donde se comparte el material (lecturas, diapositivas, videos, cuestionarios, entre otros) y aquellas que sirven para interactuar y compartir notificaciones al instante. Una tarea que permite ordenar, organizar y conocer mejor la función de cada una de ellas, y lograr una mejor distribución de las actividades.
La escucha atenta hacia los requerimientos o sugerencias de los estudiantes, también ha permitido la exploración de nuevas aplicaciones como KineMaster y LOOM útiles para elaborar videos que explican paso a paso técnicas artísticas, el uso de un programa en especial (tutoriales propios) o la grabación de una clase explicativa. Por su parte, Google Meet y Zoom se han convertido en las predilectas por docentes para impartir clases en tiempo real y fomentar la discusión sobre los temas abordados, como el análisis de lecturas compartidas con anterioridad.
Otros docentes, además, han incursionado con Padlet para el diseño de sus presentaciones y material adicional como infográficos que presentan los contenidos más destacados de cada tema abordado. Herramientas digitales que se han incorporado en el desarrollo de las diferentes asignaturas, identificadas gracias a la atención que los docentes han tenido sobre los comentarios o sugerencias de sus estudiantes, para mejorar y dinamizar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Por otra parte, más allá de la identificación de aplicaciones o plataformas que faciliten la transmisión de contenido, la educación en línea también exige del docente un acompañamiento sincrónico y asincrónico. El primero de ellos, sincrónico o programado, se revela en la comunicación inmediata que se genera a través de las discusiones en foros o videoconferencias, espacio oportuno para fomentar el diálogo entre estudiante y docente, aclarar sus dudas, formular preguntas y construir en conjunto el conocimiento. Por su parte, el asincrónico requiere de esa presencia continua del docente, quien está retroalimentando constantemente las inquietudes del estudiante a través del chat, correos electrónicos o comentarios enviados en los grupos cerrados de Facebook, incluso en los mensajes por WhatsApp, mensajes directos por Twitter o privados vía Classroom.
Ahora más que nunca, el estudiante solicita la presencia del docente para guiarlo en este proceso de aprendizaje que para muchos es nuevo, a veces estresante por verse frente a una computadora solo o sola sin la facilidad de ir y tocar a la sala de profesores para transmitir directamente sus consultas. Esto resalta la importancia de la comunicación en la educación, es decir, seleccionar mecanismos que dentro y fuera de un tiempo programado fomenten la conversación entre docente y estudiante para asegurarse que los objetivos educacionales se están cumpliendo, debido a que “la educación en línea exige activar y mantener dinamismos comunicativos” (Méndez, M: 2015). Una tarea que va más allá del tiempo programado para el desarrollo de una clase, acompañado de horas de dedicación para encontrar los mejores recursos que faciliten el proceso de enseñanza, más la selección del espacio que permita la retroalimentación hacia el estudiantado. Actividad semejante a la que se ha venido realizando desde la modalidad presencial, pero que por desarrollarse en línea exige de un acompañamiento casi permanente. Un reto tomado por la mayoría de los docentes de la ECC quienes invierten, aproximadamente, entre 10 a 12 horas a la semana en este proceso.
A lo anterior también se le suma el ofrecer un acompañamiento más cálido al estudiante fuera de lo académico, que permita ser más empáticos y solidarios entre todos; especialmente, en el momento de crisis que vive nuestro país. Es decir, el docente se transforma en un escucha atento, consejero, orientador no solo desde la perspectiva académica, sino desde la humana para preguntar sobre el estado de ánimo de sus estudiantes, conocer su situación, apoyar desde la distancia y acortar esa barrera para conectar con el interlocutor.
Por lo que es necesario apelar a una actitud empática que permita escuchar las necesidades del estudiante y permitir que el proceso de enseñanza y aprendizaje desde lo virtual sea más fluido, rico en aprendizaje, participativo. Labor que necesariamente requiere de una comunicación constante, también, entre docentes para compartir experiencias, discutir resultados, formular nuevas propuestas; a fin de cuentas, escuchar y estar dispuestos a aprender de los demás para hacer de este reto una experiencia gratificante, de donde se obtengan buenos frutos en favor de este proceso de enseñanza y aprendizaje que se hace a través de recursos digitales, pero que se fundamenta en la experiencia, conocimiento adquirido y presaberes tanto de estudiantes como docentes.
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