Investigación ECC: la tormenta psicológica en los certámenes de belleza- Parte 2
Más allá de las típicas peleas de niñas, las concursantes se someten a una tortura psicológica promovida por los propios directores, los padres de familia y las otras chicas que buscan la corona. Esto es gracias al sabotaje, la estrategia de guerra que desnaturaliza los eventos de belleza.
Por: Rut Elisabet Aquino Cristales & Jonathan Jordan Cruz Mira
Asesora de investigación y editora: Metzi Rosales Martel
Las señoritas llegan a sufrir el control total por parte de sus organizaciones. Karen Castro, Nuestra Belleza Mundo 2011, tuvo a una persona encargada con una tarea específica: rastrearla y monitorearla todo los días. La exreina recalcó que no le dejaban ni respirar. Controlaba cada movimiento de Castro, aunque sus actividades diarias no tuvieran nada que ver con el concurso.
Gabriela Dueñas, quien es una joven muy atractiva, ya no es reina. En lugar de usar vestidos de gala, usa bata blanca. Sus días de corona quedaron atrás. De su cuello cuelga un estetoscopio. Es una estudiante de medicina en una de las prestigiosas universidades en El Salvador.
Cuando participó, por primera vez, en un concurso de belleza, su autoestima era susceptible a comentarios negativos. Aceptaba la crítica de todos, en especial, la de su director. Está consciente que hacía caso a todos los cambios que le sugerían en el concurso. Tal cual, como si el pequeño diablito se le subiera al hombro y le dictara al oído: “opérate la nariz”, “ejercicio, ejercicio, ejercicio”, “broncéate”, “no te vayas a cortar el cabello”.
“Mi director me decía la imagen que debía de tener. No podés hacer lo que querés con tu cuerpo”, confiesa Dueñas. El colmo fue cuando el director le sugirió retirar un ciclo de la universidad, porque le decía que la iba a mandar a un montón de concursos. Casi la convence, pero sus padres no dejaron que lo hiciera.
En su primer concurso internacional, realizado en los Estados Unidos, tuvo malas experiencias porque detectó diversas irregularidades. Le obligaron a pagar 180 dólares por maquillaje y peinado. Si no pagaba esa cantidad, no le entregaban la banda de su país. “Una manipulación bien fea que vos veías que solo les importaba el dinero. Ese día nos hicieron un maquillaje tan horrible que vos no tenés ni idea, o sea, yo siendo adolescente y me pusieron negro en los ojos y un negro que hasta se me salía de la boca para que yo perdiera, porque pusieron a otra niña que querían que ganara, que ni siquiera había hecho una de las categorías. Ese era el 10 por ciento del concurso, y solo ganó porque ella estaba ya metida en la organización”, revela.
La disputa por una corona
Unos años antes de viajar a Guatemala, al concurso para coronar a la Reina de la Independencia Centroamericana, María participó en un certamen para elegir a reinas teen, es decir, adolescentes. Al parecer, el director no quería que ella ganara, pero el jurado la coronó.
“Hubo bastante abuso psicológico por parte de la organización, porque si vos no hacías lo que él (el director Francisco Cortés) te decía, te reputeaba. O sea, te hacía llorar enfrente de todas”, relata María. Para saber el otro punto de vista de estas y acusaciones en todo el reportaje, se trató de contactar a Francisco Cortés, pero nunca respondió.
Francisco Cortés quiso cambiar los resultados, según cuenta María; sin embargo, el jurado ya la conocía, y fueron ellos quienes se enfrentaron a Cortés para que la corona fuera puesta sobre ella.
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