Chorreados, mapaches y pezotes… “esos apodos a veces son más usados que los gentilicios”
El lingüista e investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias y Humanidades (CICH) Matías Romero explica a elsalvador.com qué son los gentilicios y cuál es la relación que tienen con la gramática oficial y el uso cotidiano entre los hablantes.
Todas esas preguntas hay que irlas determinando después, son muy interesantes y no todas fáciles de contestar. Por ejemplo, eso de cómo se forman, pues se forman con el tiempo. No es fácil determinar cuándo y por qué comenzó a llamarse de tal manera a un municipio.
¿Cómo fue que se interesó por investigar los gentilicios salvadoreños?
Fue cuando el doctor Eduardo Ritter Aislán era embajador de Panamá aquí en El Salvador. Un señor de familia alemana-panameño que se identificó con El Salvador y que vivió aquí los últimos años de su vida. Un buen día el doctor Ritter me dijo que si yo podía informarle sobre los gentilicios. Entonces me puse a curiosear, a trabajar, a preguntar para contestar la inquietud del doctor Ritter. Coincidió que por ese mismo tiempo el ministerio del Interior organizaba cursos de idioma para los locutores de radio y hubo varios cursos que me tocó a mí organizarlos; como yo vi que, al ministerio del Interior llegaban locutores de todo el país, desde los lugares más remotos de oriente hasta Metapán y Texistepeque era una magnífica ocasión para preguntarles a todos ellos sobre los gentilicios, y ese fue el trabajo que hicimos con los muchachos. Ocasión mejor no podía haber porque ahí había locutores de todo el país; recogí información por medio de ellos, no solo de los gentilicios, sino de algo que va acompañado como gentilicio que son los apodos.
Por ejemplo, que a los santanecos les dicen orgullosos; que a los de Ahuachapán les dicen tacaños; que a los de mi pueblo Dulce Nombre de María les dicen pezotes; que al pueblo cercano a San Rafael les dicen mapaches; que a los del otro pueblo Santa Rita les dicen los chorreados esos apodos son importantes porque a veces funcionan más que los gentilicios a la hora de las conversaciones. Fue ahí como yo me puse a recoger los gentilicios, están en el diccionario Salvadoreñismos, pero hace falta un trabajo: irlo poniendo por nombre geográfico. Chalatenango, tal. Santa Ana, tal, por departamento. Por municipios, por pueblos y por diferentes lugares. Yo lo que hice fue recoger los diferentes nombres y los puse por orden alfabético.
¿Gentilicio y apodo son dos cosas diferentes? o ¿podemos tomar un apodo como gentilicio?
(…) El apodo tiene cierto carácter negativo, pero no siempre. A veces es una manera de identificar, no es siempre ofensivo y es un gentilicio. Es gentilicio porque sirve para identificar a la gente de una determinada región, se le identifica por un gentilicio gramaticalmente reconocido o por un apodo que tiene uso popular y que a veces ha sido incorporado a la lengua oficial. O sea que es muy importante el apodo.
¿Como el caso de los viroleños?
Los viroleños, según lo que yo sé, es una degeneración del apellido Guirola y que la gente en vez de decir Guirola, porque era un apellido raro, decía “virola” de ahí viene viroleños.
Si una persona ignora el gentilicio de un lugar, ¿puede formarlo uniendo la raíz del nombre del lugar con las desinencias eño, eno, eco?
Sobre eso no se puede dar una norma porque como usted ha dicho, se trata de alguien que ignora el gentilicio. Eso de ignorar un gentilicio e inventárselo uno, es un poco aventurado, pero se puede.
Podemos construir nuevas palabras…
¡Claro que sí! Ahí tienen el caso de los Estados Unidos. Estados Unidos, estadounidense. Ellos se llaman americanos, pero eso de América es un robo que ha caracterizado a los ingleses y que me van a venir a matar por decir esto: han sido ladrones históricamente, los ingleses se han robado países enteros (…) y así los americanos se han robado el nombre porque se llaman Estados Unidos de América si América somos todos y solo ellos se llaman americanos. (…) Ese es un robo histórico lingüístico para hablar palabras un poco fuertes. (…) ¡Imagínese El Salvador! El Salvador ha aceptado lo de guanaco y nosotros mismos nos llamamos guanacos y decimos guanaquilandia.
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