Carlos Cordero: El diseño gráfico en los cimientos de nuestra historia
Lic. Carlos Cordero – Coordinador de la Licenciatura en Diseño Gráfico
Diseño gráfico, profesión por excelencia que en base a la investigación, metodologías creativas y la proyección social, da respuesta a diversas problemáticas de comunicación visual, a través de sus diferentes campos de acción: diseño corporativo, diseño editorial, ilustración, empaques y embalajes, multimedia, diseño de información, tipografía y publicidad. Una profesión muy demandada ante el contexto de un mundo globalizado, llamado también la Era de la imagen.
Bajo esta última premisa, nuestra profesión ha estado presente a través de la historia de la humanidad, iniciando con la capacidad creativa del ser humano y su plasmación en toda una serie de elementos identitarios como objetos culturales o el rico entramado de signos y símbolos, que constituyen lo que los semiólogos denominan la semiosfera y del cual parten los lenguajes, metalenguajes, ritos, signos políticos, económicos y religiosos y cuanto elemento de comunicación visual ha brindado una identidad a una civilización.
Mesoamérica, territorio comprendido desde el altiplano de México hasta la América Central, constituye la región de nuestro territorio llamado en la época prehispánica como Cuscatlán. Tierra de encuentro, en el corazón de las Américas, donde confluyen los pueblos del norte y del sur: olmecas, mayas, mexicas, kakawiras, chortis, lencas, todos conviviendo en esta tierra bañada de cenizas, ríos y mares. Dentro de este conglomerado tenemos una serie de expresiones culturales tanto tangibles como intangibles que constituyen elementos de la identidad de estos pobladores. Decíamos al inicio, que nuestra profesión del diseño gráfico solventa diversas problemáticas de comunicación visual a través de sus campos de acción, mencionamos además que vivimos en la Era de la imagen, es allí que la confluencia de estos dos factores, nos permiten vislumbrar como nuestra profesión estaba presente de alguna forma desde tiempos remotos.
A través de una rica representación pictográfica tenemos constancia de elementos religiosos, sociales y políticos que estaban perfectamente retratados en estelas, paredes de templos, o en cavernas. Podemos ver estas manifestaciones gráficas plasmadas en diversos sitios arqueológicos de El Salvador y el resto de la región. Vale la pena mencionar que incluso desde tiempos prehistóricos, nuestro país tiene una rica tradición pictórica, como lo es el caso de las cuevas del Espíritu Santo en Morazán, que representan pictogramas elaborados por los clovis, el grupo humano más antiguo que se conoce, que arribó a América a través del Estrecho de Bering (Alaska) y que en su paso por El Salvador, dejaron constancia de su presencia. Estos pictogramas de formas geométricas o de animales, representan escenas de cacería que eran retratadas en la cueva, como un acto mágico que permitía al cazador tomar esas presas al salir de ella. Podemos decir, que estos pictogramas de la cueva de Corinto, son las primeras estilizaciones de imagen gráfica presentes en nuestro territorio.
Por otra parte, tenemos también elementos gráficos destacados en los diversos centros ceremoniales, a través de deidades como Tlaloc, Tonatiuh, Mictlán, Xipe Totec, con características zoomorfas y antropomorfas para mencionar algunos, y que están elaborados como esculturas religiosas, o plasmadas en piezas cerámicas, como parte de la cosmogonía propia de estas civilizaciones. Desde una perspectiva del diseño gráfico, serían personajes, abordados en el campo de la ilustración.
Siendo estos pueblos marcados por el pensamiento religioso, la cosmogonía de sus dioses estaba presente en sus ciclos agrícolas, constituyendo sus templos no solo recintos de culto, sino además, el centro de la vida política y económica, alineados perfectamente con las estrellas para que a través de eventos astronómicos, indicar los períodos de siembra y cosecha. Es allí donde el diseño gráfico también se hace presente, primero a través de la edificación misma, como imagen tridimensional del conjunto arquitectónico y que en diseño gráfico se estudia como arquitectura gráfica. Por otro lado, tenemos los calendarios tanto lunares como solares, que devienen de este pensamiento y que gráficamente, son diagramados a manera de composiciones circulares con diversos pictogramas tanto de animales, como de deidades o elementos vegetales, siendo algunos: cocodrilo (cipactli), ehecatl (viento), calli (casa), cuetzpalin (lagarto), coatl (serpiente), mazatl (venado), itzcuintli (perro), para mencionar algunos. Comentar además, que la paleta cromática por excelencia en la era prehispánica estaba dominada por el rojo, el negro, el banco y el amarillo, colores esotéricos por excelencia y que connotaban la sangre, el sol, el cosmos y la vida.
Al día de hoy, muchas de estas deidades sobreviven a través de danzas de origen precolombino, como la danza de los zopilotes, o el tigre y el venado, cuyos trajes, son la representación de estos personajes antes descritos y que se presentan en fiestas patronales como la de San Juan Nonualco, Izalco o Concepción de Ataco, en oriente y occidente de El Salvador respectivamente.
La era colonial no es la excepción a esta tradición gráfica, de la cual El Salvador era todo un referente, siendo este territorio el que acuñó la primera imprenta en América, fundada en Texistepeque (departamento de Santa Ana) hace 380 años, cuando el fraile Juan de Dios del Cid fabricó una imprenta de madera con caracteres móviles elaborados con el mismo material y que funcionaba con tinta extraída del añil. Con este sistema de impresión se elaboró el primer libro encuadernado de nuestro país y que se titulaba: El puntero apuntado de apuntes breves, que en veinte páginas describía el proceso de extracción del añil de la planta del jiquilite. Este hecho constituyó todo un hito en los sistemas de impresión y elaboración de libros en la América colonial.
Hablando siempre de este período, El Salvador contó con monedas, las cuales eran acuñadas primeramente en España para después ser elaboradas en la Capitanía General de Guatemala del cual nuestro país era parte, siendo estas primeras monedas denominadas macacos o morlacos, acuñados en 1731 en la Casa de la Moneda de Guatemala, así como en México y Perú. Estas monedas tenían como imagen gráfica las columnas de Hércules como elemento visual destacado, así como la inscripción latina Plus Ultra. Estas monedas estaban elaboradas en plata y con acabados bastante toscos al ser moldeadas completamente a mano y cortados a fuerza de golpes con tenazas.
En cuanto a la tradición pictórica colonial, la corriente predominante es la barroca, palabra de origen portugués que significa “perla falsa o de forma irregular”, para indicar la sobre ornamentación propia de este período y que buscaba simular tanto el oro como la plata y otros materiales preciosos en sus representaciones, sobre todo en retablos de iglesias que eran ricamente decorados sin dejar espacio alguno sin intervenir. El barroco por otro lado, es un arte de la contrarreforma de la iglesia católica y considerado un arte enfocado a las masas a las que buscaba impactar a través de la ornamentación, los materiales brillantes y las temáticas de personajes religiosos. Según Ricardo Lindo, poeta y escritor salvadoreño, el barroco en América fue un arte para la evangelización, en donde participaban en su elaboración, los indígenas, a través de la pintura de retablos o la construcción de iglesias. Según este mismo autor, en la figura de Cristo, los indígenas veían el drama humano, a partir de su subyugación y esclavitud; así como también en la imagen de la Sagrada Familia, la dignificación del cotidiano y el eterno misterio del nacimiento, así como los ritos de la fecundidad en la imagen de la virgen y el niño.
Haciendo especial énfasis en la pintura, está adquiere connotaciones mas toscas, alejándose de los cánones europeos, para adentrarse a los rasgos indigenistas en cuanto a contextura del cuerpo y color de piel, como en el caso de la imagen de la crucifixión de la Iglesia de Panchimalco, fechada en el año 1792 bajo la administración del alcalde Tomás de la Cruz. Se puede apreciar en esta obra la imagen de Jesús, la Virgen María con un manto blanco, y a los apóstoles Santiago y Pedro. Una característica de esta obra, es el anonimato del pintor, que como una herencia de la edad media, era visto sólo como un artesano.
Otra obra muy destacada del arte pictórico colonial lo tenemos en el fresco de la Iglesia de Metapán, del año 1736, a partir del fresco de cristo crucificado de cuyas manos salen gajos de uvas, la sangre derramada riega la cosecha que sube y a la que se aproximan unos corderos. Se aprecian además, dentro de óvalos, los símbolos del martirio, así como un cáliz. Todo el conjunto es una alegoría del misterio de la eucaristía que invitaba a la meditación.
Hablando de los materiales del artista colonial, podemos mencionar los colores y pigmentos empleados, como el blanco de plomo, blanco de zinc, blanco de titanio, óxido de calcio, amarillo de Nápoles, amarillo de cadmio, amarillo de bario, rojo de Saturno, azul de cobalto, azul de ultramar, azul de Prusia y negro de manganeso.
Finalmente para el siglo XVIII producto de las invasiones napoleónicas en Europa, de las cuales España y Portugal no escapan, llega también una cultura artística enfocada en el neoclásico como principal exponente, un arte ligado a la razón y que desprovisto del sentimentalismo y alegorías propias del barroco, va a ser también una corriente artística particular de las gestas independentistas y que dará paso en la era republicana a las primeras academias de arte de América, así como el desarrollo a posteriori de los talleres de artes gráficas.
Con estas líneas resumimos como nuestro país constituye una cuna de creativos, personas sensibles que antaño se postraron ante la grandeza del sol, cultivaron los campos, y de cuyos frutos surgieron versos, trabajaron materiales que edificaron la fe y los cimientos de lo que hoy constituyen naciones, grandes, apasionadas, convulsas, pero al mismo tiempo, libres.