Neurociencia y Educación, los ingredientes para construir un puente de aprendizaje interactivo
Tu Espacio, el periódico de la Escuela de Ciencias de la Comunicación nos explica los desafíos del proceso de enseñanza través de la Neurociencia y Educación, los ingredientes para construir un puente de aprendizaje interactivo escrito por el lic. Kevin Salazar Recinos
Para el siglo XXI será un desafío garantizar el éxito de los procesos de enseñanza y aprendizaje a través de la pasión o la emoción por aprender. La neurociencia permitirá a las instituciones educativas comprender cómo el cerebro del estudiante es clave para asimilar y problematizar los contenidos; por consiguiente, el medidador pedagógico deberá asumir que educar con emociones es clave para los aprendizajes esperados
Por Kevin Salazar Recinos | Tu Espacio
Hace 24 años (en 1996) se reunieron diversos investigadores para debatir la siguiente interrogante: ¿Es posible establecer un puente que permita reducir las brechas epistemológicas, conceptuales y metodológicas existentes entre la neurociencia y la educación? (Bernarós, 2010). Este diálogo académico surge tras la campaña de relaciones públicas “Early head start” (Bruer, 1999), que implementaron los representantes y defensores del desarrollo infantil temprano en Estados Unidos para demostrar los avances novedosos de la neurociencia en el campo de la crianza y el desarrollo temprano, pero el esfuerzo comunicacional para integrar esta disciplina en educación tuvo muchos detractores.
La neurociencia que se discutía en la literatura de las políticas educativas a mediados de los noventa se limitaba a tres sólidos resultados: uno, el fenómeno de la sinaptogénesis (comunicación entre neuronas); dos, la existencia de períodos críticos en el desarrollo; y tres, los efectos del enriquecimiento del cerebro de los rodeadores. En Bridge se argumentaba, y en Bruer (1999) también, que no existía una conexión significativa entre la sinaptogénesis y la capacidad de aprender, pues los especialistas decían que “aprender a leer, aprender matemáticas, aprender idiomas y los cambios, pobremente entendidos de la estructura cerebral a nivel sináptico, generaba la conclusión que el puente entre la neurociencia y la educación era demasiado lejano”.
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