CICH: El COVID-19, el distanciamiento social y el impacto en las relaciones interpersonales
Este día de compartimos a través del Centro de Investigaciones en Ciencias y Humanidades (CICH) la reflexión sobre el COVID-19, el distanciamiento social y el impacto en las relaciones interpersonales.
Ana Lilian Ramírez C. – Licda. en Antropología
Investigadora del Centro de Investigaciones en Ciencias y Humanidades (CICH)
Las noticias del COVID-19 como epidemia que azotaba a China desde el mes de noviembre nos empezaron a llegar en diciembre de 2019, y nos parecían lejanas a nuestra realidad y cotidianidad. Con el impacto que tuvo la enfermedad en Italia, España y otros países europeos, la OMS la declaró pandemia el día 11 de marzo de 2020, por lo que en el resto de los continentes se comenzaron a tomar algunas disposiciones preventivas.
Ante este panorama, los países aplican el distanciamiento social como medida de prevención para evitar el contagio del COVID-19, es decir, el aislamiento espacial físico y el confinamiento o reclusión, el cual se recomienda a sus habitantes para que no se vean afectados por el virus. El distanciamiento social ha provocado una de las peores crisis, tanto en la economía mundial como en los aspectos políticos y sociales que han afectado a las instituciones y a los grupos humanos, por lo que cabe preguntarse: ¿Cómo ha impactado este distanciamiento a nivel personal y de convivencia, ya sea familiar, vecinal, laboral y con los demás ciudadanos? Es decir en las distintas áreas de las relaciones interpersonales de la vida cotidiana, en lo doméstico, laboral, educativo, religioso, recreativo, socio-afectivo, entre otras, todas importantes para el desarrollo de las relaciones sociales del ser humano.
De ahí que es necesario reflexionar desde una perspectiva social sobre el COVID-19, que no solo es una enfermedad que está amenazando la salud de los seres humanos, sino también cómo las medidas de distanciamiento social afectan o afectarán las relaciones humanas y cuáles serán sus consecuencias, o las posibles transformaciones socioculturales, que pueden ser hasta devastadores. Es decir, las medidas de prevención para evitar el contagio están modificando han modificado temporalmente hábitos y costumbres en las sociedades de todo el mundo, muchas de ellas practicadas tradicionalmente desde hace cientos de años.
En este sentido el antropólogo español Agustín Fuentes (2020) advierte sobre la posibilidad de la desaparición de ritos y prácticas que tienen que ver con la proximidad física, por lo que señala que se debe de hacer todo lo posible de preservarlas, pese al aislamiento. Esto se explica dada la naturaleza gregaria y de afectividad del ser humano. La actividad social inherente a los humanos y “la necesidad de tocar y ser tocados, de conversar, debatir y reír juntos, de sonreír y coquetear unos con otros, de interactuar en grupos, es fundamental para una vida saludable”, nos señala Fuentes. A su vez menciona cómo en estas circunstancias se han innovado prácticas para el uso de las redes sociales, los celulares y la variedad de dispositivos que se ocupan para conectarse a la Internet, por medio de la cual se pueda continuar o rehacer la vida social. He aquí una contribución significativa de la tecnología. Agrega el autor que el carácter social no resolverá todos los problemas, pero que se deben de mantener las relaciones sociales sólidas y continuar en la cotidianidad con las pautas socioculturales de la mejor manera posible, actitudes que contribuirán al bienestar físico y mental y a afrontar de mejor manera esta crisis generada por el COVID-19, que ha agudizado problemas preexistentes, como lo hacen los desastres que rompen con la “normalidad” y provocan un desequilibrio.
Por otra parte Tamara Giles-Vernick (2020), antropóloga etnohistoriadora del Instituto Pasteur de París,con experiencia en enfermedades infecciosas en el África, expone a través de estudios en ciencias sociales, “que no es la cultura, sino la pobreza, la principal barrera para lograr que se cumplan las medidas preventivas y eso es algo que aprovecha el virus”, y que las disposiciones sanitarias pueden “tambalear” por estas circunstancias. Así mismo agrega que es en el radio urbano donde daña mucho más el virus, justamente en el cual se ubican las zonas de los sectores populosos; en ese sentido hay que señalar que en los países subdesarrollados como El Salvador, es precisamente en donde se observan más las condiciones de pobreza y donde es más notable la precariedad de algunos bienes y servicios, como por ejemplo la falta del agua, por lo que se puede presumir que muy poco a nada se practica, entre sus habitantes, el frecuente lavado de manos, aparte de tener deficientes servicios de recolección de basura, de alcantarillado y, en muchos casos, sus viviendas se encuentran hacinadas. Nos referimos a varias colonias y barrios de los municipios de Soyapango, Apopa, Ilopango, Mejicanos, entre otros, que son los que reportan mayor número de personas contagiadas.
Además, muchas personas que viven en estos barrios y colonias populares pertenecen al sector informal. De acuerdo a los últimos datos de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de El Salvador (DIGESTYC, 2018), siete de cada diez personas se dedican al comercio informal. De ahí que los riesgos a los que están expuestas son mayores, pues debido a la necesidad de salir a trabajar, no cumplen la medida del confinamiento domiciliar ni del distanciamiento social. Entonces la medida “Quédate en casa” no aplica para todos los salvadoreños y nos revela las desigualdades sociales y económicas de la realidad de nuestra sociedad. Es decir, no es lo mismo quedarse en casa cuando se tienen previstas todas las necesidades y la comodidad del hogar, que quedarse en casa con el estómago vacío y morirse de hambre, como es el caso de los sectores populares, que en su mayoría están conformados por familias del sector laboral informal, que se ven obligados a salir en busca del sustento diario para ellos y sus familias, y así corren el peligro de contagiarse. A esto hay que agregar el riesgo que corren de ser detenidos por la policía por circular en la calle o no estar en el radio urbano que le corresponde a su domicilio, es decir, por no acatar la medida de confinamiento domiciliar impulsada por el gobierno.1
Pero también hay quienes aún no son conscientes de la enfermedad y no cumplen con las medidas para evitar el contagio. Se pueden observar personas que no practican las medidas de distanciamiento físico en las calles, paradas de buses, mercados y supermercados o en lugares a los que aún se permite ir, y por ende están más expuestas al contagio.
Sin ahondar en el enfoque económico como lo podría hacer un profesional en esta área, ni en aspectos de derechos laborales, el impacto que ha provocado el COVID-19 en el campo laboral formal ha sido de diversa índole, como por ejemplo la modalidad del teletrabajo o trabajo en casa. Dado que los centros de trabajo pueden ser lugares de posibles riesgos de contagio, muchas empresas optaron por el sistema de trabajo en casa, modalidad que ya se venía ejerciendo en menor escala en distintas profesiones y empresas, y es probable que sea una práctica que llegue para quedarse y transformar en un futuro la dinámica laboral.
Para algunas personas el encierro cayó de sorpresa, y no imaginaron que pasarían por esta situación por un largo período. Esta nueva experiencia está incidiendo en muchos hogares. Por el momento trabajar desde la casa significa cierta comodidad, y para las empresas representa bajar los costos de operaciones. Sin embargo, otros consideran que se les hace más difícil llevar una rutina con horario laboral, entre las demandas domésticas y cuidado de los hijos, especialmente cuando son niños que se encuentran en edad escolar.
En ciertos casos el encierro provoca ansiedad, estrés y depresión,así como tensiones en las relaciones interpersonales del grupo familiar, los cuales han generado violencia doméstica y contra la mujer. De acuerdo a la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz, ORMUSA (2020), en el mes de marzo la violencia intrafamiliar aumentó en un 70%. Generalmente quien más la soporta es la mujer, que es agredida por su pareja, lo que agudiza aún más la situación de encierro de la familia. Para otros, en cambio, la cuarentena domiciliar ha sido una oportunidad para mejorar las comunicaciones y aspectos afectivos en la familia: fortalecer las relaciones de pareja y la atención a los hijos y compartir las responsabilidades domésticas. Algunos autores señalan que el encierro ha dado oportunidades para reconstruir o construir nuevas pautas de convivencia y roles, que contribuirán a establecer un proyecto saludable de familia.
Como se puede observar, los cambios que se han dado en nuestras sociedades de forma inmediata se deben a las medidas orientadas a la prevención del contagio del COVID-19. Estas medidas, si bien han sido dadas por los organismos internacionales en salud, provocan cambios en los hábitos y costumbres de las personas, en las distintas prácticas sociales de convivencia: el saludo con un apretón de manos o con beso en la mejilla, los abrazos, en fin todas las demostraciones de afecto que implica la cercanía uno del otro. En los rituales religiosos, por ejemplo entre los católicos, darse las manos en la misa o las ceremonias que reúnen o aglomeran a personas, fueron suspendidas para evitar el contagio, como recientemente sucedió con las diversas celebraciones de semana santa.
Hay muchos aspectos sobre los cuales se puede seguir reflexionando alrededor de esta pandemia y de las experiencias que nos puede dejar, por lo que se hace necesario realizar más investigaciones científicas, desde las ciencias sociales y las humanidades, así como también continuar con las de las ciencias de la salud, para que situaciones como la que estamos viviendo no nos sorprendan. Las instituciones públicas deben tomar nota de lo que las ciencias y la academia pueden aportar para ejercer con criterios técnico-científicos las políticas en la gestión pública, de manera que estas permitan atender de mejor manera las crisis, como la que actualmente se nos ha presentado por el COVID-19.
1 Al momento de divulgar este boletín, el Gobierno lanzó el 06 de mayo, otra medida más de restricción para la cuarentena domiciliar, por medio del Decreto Ejecutivo 22, que tiene una vigencia a partir del 07 al 21 de mayo, limitando aún más circulación de los ciudadanos, que entre otras disposiciones únicamente les permitirá salir de sus casas para abastecerse de alimentos o medicamentos, el cual lo podrán hacer conforme a su último dígito de su Documento Único de Identidad- DUI, pasaporte o carné de residente extranjero; además suspendió casi en un 100% el transporte público tanto urbano como interdepartamental. Esta situación ha creado un malestar en general para la mayoría de los ciudadanos, sobre todo a las personas del sector informal que empeora aún más sus condiciones de sobrevivencia.
Referencias
• DIGESTYC. Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de El Salvador. En internet: https://www.rnpn.gob.sv/2018/05/digestyc-presenta- resultados-de-encuesta-de-hogares-de-propositos-multiples-2017/
• Flores, A. & García A. (3 abril 2020). Violencia doméstica ha aumentado un 70 % durante la cuarentena. El Diario de Hoy. En internet: https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/violencia-domestica-coronavirus-cuarentena/702488/2020/
• Fuentes, A. (25 marzo 2020). El fin del apretón de manos: el virus visto desde la antropología. Babelia, El País.Consultado el 19 abril 2020) En internet: https://elpais.com/cultura/2020/03/25/babelia/ 1585148542_239017.html
• Giles-Vernick, T., en Chaparro, L. (3 abril 2020). La medicina no basta: por qué necesitamos ciencias sociales para frenar esta pandemia. Público. Consultado el 19 abril 2020. En internet: https://www.publico.es/ciencias/investigaciones-covid-19-medicina-no-basta-necesitamosciencias-sociales-frenar-pandemia.html
• Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA). (8 abril 2020). ORMUSA: la violencia feminicida durante la cuarentena domiciliar obligatoria por COVID-19 en El Salvador. Consultado el 25 abril 2020. En internet: http://ormusa.org/ormusa-la-violencia-feminicida-durante-la-cuarentena-domiciliar-obligatoria-por-covid-19-enel-salvador/