Francisco Morazán, el eterno olvidado en los cementerios de San Salvador
Compartimos reportaje de Kevin Rivera, estudiante y #OrgulloECC quien labora en El Diario de Hoy
A lo largo de los años han ocurrido fenómenos curiosos en el Cementerio de los Ilustres. En 1964, por ejemplo, le colocaron muchas flores al fundador de Alcohólicos Anónimos en El Salvador, y a la tumba del General Francisco Morazán, primer mausoleo del Cementerio General, tan solo una.
El 2 de noviembre se conmemora el “Día de los difuntos” en El Salvador. Esta es una fecha importante para los salvadoreños, ya que refleja el profundo sentimiento de recordar a los seres queridos que ya partieron.
En San Salvador, cada año se concentra una gran cantidad de personas en los tres cementerios más importantes: el Cementerio General, Cementerio “Los Ilustres” y el Cementerio “La Bermeja”. Ahí, visitar las tumbas con arreglos florales, adornos y otro tipo de ornamentos es parte de la tradición. Sin embargo, pocas personas saben qué acontecimientos dieron paso al surgimiento de estos lugares que guardan tantos sentimientos.
Morazán, el hombre que dejó sus restos como señal de esperanza para Centroamérica
Mario Díaz, guía cultural de la Secretaría de Cultura de San Salvador e investigador de sucesos históricos y de patrimonio de San Salvador, basado en investigaciones de maestros de arte, de cultura y personas que estudian la arquitectura de cementerios en El Salvador, narra que el Cementerio General surgió en 1842 con el fusilamiento del General Francisco Morazán. Este hombre de orígenes hondureños, que fue presidente de las provincias unidas y presidente de 4 países en la región, viajó a Costa Rica para establecer su poder ahí, lo cual no cayó muy en gracia en los costarricenses. Como causó descontento, condenaron a Morazán a ser fusilado el 15 de septiembre de 1842.
Sin embargo, en su testamento, al parecer, uno de sus hijos encontró un atestado que decía que su último deseo era legar su cuerpo al pueblo salvadoreño porque era el que más se asimilaba a tener los ideales para que Centroamérica fuera unida de nuevo, que era el sueño de Francisco Morazán.
“Entonces, lo que hacen es enviar el cuerpo a San Salvador. Ya estando acá la Iglesia a la que le habían encomendado darle sepultura no se hizo cargo, y se entierra el cuerpo de Francisco Morazán en un cuerpo baldío que existía en San Salvador. Desde ese momento empieza la historia del Cementerio General”, agregó Díaz.
No obstante, en 1842 esto no era reconocido como un cementerio, sino que se reconoce 8 años más tarde hasta que el obispo viene a bendecir el cementerio. Antes de ello, las personas solían enterrar a sus seres queridos en el patio de su casa o en el de la Iglesia.
Según la Alcaldía de San Salvador, los primeros datos que se tienen de un cementerio son del Cementerio General de San Salvador en 1850 en un boletín del ejército que hace la siguiente referencia: “En 1850, San Salvador había alcanzado una longitud máxima de 1500 mts cuadrados, y contaba con 15,500 habitantes. El cementerio actual estaba más o menos bien ubicado al suroeste y fuera de edificación urbana”.
San Salvador iba creciendo a ritmo acelerado y el Cementerio General se conformaba como un lugar de enterramiento de personajes célebres, teniendo, además, un área destinada para los pobres. A partir de 1920 debido al desarollo económico y a raíz del aumento de los precios de café la ciudad de San Salvador creció aún más rápido. De tal manera que en ese mismo año el Cementerio General comenzó a ser envuelto por la ciudad. En 1948 quedó completamente absorbido, al igual que el de “La Bermeja” que había aparecido no hacía mucho tiempo.
El cementerio La Bermeja surgió ante el acelerado crecimiento poblacional de San Salvador, que dio como consecuencia la saturación del área del cementerio General. Este se encuentra en el Bulevar “Venezuela”, en un área de 9.8 manzanas de terreno y con una capacidad de 20 mil 137 lugares de enterramiento. Actualmente, por concentrarse el desarrollo del país en la ciudad capital, la población del municipio ha crecido inconteniblemente, trayendo como consecuencia la saturación y próxima caducación del cementerio destinado a los pobres de San Salvador.