27 años de la Firma de los Acuerdos que marcaron la paz en El Salvador
Lo que empezó en La Palma, Chalatenango, el 15 de octubre de 1984, culminó el 16 de enero de 1992 en el Castillo de Chapultepec, Ciudad de México, fueron firmados por el expresidente Alfredo Cristiani, el fallecido líder del FMLN Schafick Handal, el ex canciller Óscar Santamaría, nuestro rector emérito y escritor David Escobar Galindo, y el ex comandante Roberto Cañas.
Las primeras negociaciones entre gobierno y guerrilla fueron acercamientos al diálogo, sin obtener verdaderos acuerdos que derivasen en el fin del conflicto. Tras varias rondas de negociación, el número de víctimas seguía creciendo y la polarización política dificultaba la finalización pacífica del conflicto. En 1989, tras la intervención de Naciones Unidas, se iniciaron negociaciones que arrojaron acuerdos concretos para la salida consensuada al conflicto. Se nombraron comisiones negociadoras por ambas partes y se estableció una agenda para tratar los puntos álgidos por resolver. Como resultado de la negociación, se produjeron varios acuerdos y modificaciones de la Constitución de la República, que permitieron que ambas partes cedieran hasta lograr un consenso, en parte forzados por factores internos y externos que influyeron en las decisiones.
El documento final de los acuerdos se dividió en 9 capítulos que abarcan 5 áreas fundamentales: modificación de las Fuerzas Armadas, creación de la Policía Nacional Civil, modificaciones al sistema judicial y a la defensa de los Derechos Humanos, modificación en el sistema electoral y adopción de medidas en el campo económico y social. El cumplimiento de los acuerdos se dio bajo la tutela de una misión especial de Naciones Unidas, la cual dio un finiquito tras 3 años de gestión.
Si bien hay que celebrar el Acuerdo, es mucho más importante dar a conocer su auténtico significado y lo que representa como expresión del espíritu salvadoreño.
En aquel momento se vio la finalización definitiva de la violencia armada como un brote histórico con todos los signos a favor. Eso era lo que naturalmente podía esperarse, sobre todo porque los liderazgos políticos, incluyendo los que provenían del campo revolucionario, se habían incorporado sin ningún problema de aceptación mutua al proceso que se estaba reconfigurando. Pero lo que muy pronto quedó en evidencia fue que no bastaba con la incorporación pacífica de todos: era necesario que se entrara en una dinámica de reenfoques sobre las diversas áreas del fenómeno real para poder pasar desde ahí a las correcciones estructurales y conductuales pertinentes, conforme a los requerimientos de la época que se estaba iniciando. Eso no se dio de manera oportuna, y las distorsiones comenzaron a imponerse, con variantes respecto de lo que ocurría en tiempos anteriores pero sin que se dieran replanteamientos verdaderamente reordenadores y revitalizadores.
Durante 1981 con la Ofensiva General y en 1989 con la Ofensiva Hasta el Tope, la agrupación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) intentó conquistar la ciudad capital de San Salvador junto a cabeceras departamentales. Sin resultados a favor, las fuerzas armadas rechazaron el ataque de los guerrilleros que bajaron de las montañas que rodeaban la capital, la lucha, en una ocasión, se extendió a pocas cuadras de la Casa Presidencial.
Según el Informe de la Comisión de la verdad elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las fuerzas gubernamentales fueron las acusadas en el 85 % de un aproximado de 22 mil denuncias recibidas entre casos de homicidios, desapariciones, violaciones, torturas, secuestros y lesiones, concluyendo después que fueron las responsables del 62 % de los asesinatos de civiles; mientras que los grupos paramilitares de extrema derecha, donde se encontraban los Escuadrones de la Muerte serían responsables del 35 % y los guerrilleros del FMLN, eran responsables de tan solo el 13 % de los asesinatos de civiles.
Entre los casos más destacados que resalta el informe realizado por la ONU se encuentran la masacre de El Mozote, el asesinato de monseñor Romero, el asesinato del Procurador General De la República en 1980, Mario Zamora, entre otros que tuvieron lugar durante el conflicto armado.
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